He
optado por poner las citas en un orden cronológico, de manera tal que podemos
analizar el comportamiento de la gente que escribía en relación a la comida a
través del tiempo. El seguimiento cronológico de esta página está determinado
por la fecha de deceso de la persona que pronunció “Su cita”, de esa manera
podemos verificar si alguna fue apropiada o acreditada en épocas posteriores
por otro (lo que hoy llamamos plagio). Las “Citas” mencionadas en los libros
figuran con el año que se imprime ese libro o, en su variante, con la muerte
del autor del mismo (he optado por colocarlas de esa manera). Si a alguien se
le ocurre alguna forma de mejorarlo, humildemente gracias!!!.
Citas
1627
“Al comer de los güevos, verá la puerca
si son con aceite ó si son con manteca.”
Vocabulario de refranes y frases
proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana en que van todos
los impresos antes y otra gran copia"
Gonzalo Correas Íñigo (1571 - 1631);
humanista, helenista, gramático, lexicógrafo, paremiólogo y ortógrafo español.
1973
Odas elementales (1954) - Oda al
caldillo de congrio
En
el mar tormentoso de Chile vive el rosado congrio, gigante anguila de nevada
carne. Y en las ollas chilenas, en la costa, nació el caldillo grávido y
suculento, provechoso. Lleven a la cocina el congrio desollado, su piel
manchada cede como un guante y al descubierto queda entonces el racimo del mar,
el congrio tierno reluce ya desnudo, preparado para nuestro apetito. Ahora
recoges ajos, acaricia primero ese marfil precioso, huele su fragancia
iracunda, entonces deja el ajo picado caer con la cebolla y el tomate hasta que
la cebolla tenga color de oro. Mientras tanto se cuecen con el vapor los regios
camarones marinos y cuando ya llegaron a su punto, cuando cuajó el sabor en una
salsa formada por el jugo del océano y por el agua clara que desprendió la luz
de la cebolla, entonces que entre el congrio y se sumerja en gloria, que en la
olla se aceite, se contraiga y se impregne. Ya sólo es necesario dejar en el
manjar caer la crema como una rosa espesa, y al fuego lentamente entregar el
tesoro hasta que en el caldillo se calienten las esencias de Chile, y a la mesa
lleguen recién casados los sabores del mar y de la tierra para que en ese plato
tú conozcas el cielo.
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto o Pablo Neruda (1904 - 1973)
1984
Cuentos cortos
Relojes
Una fama tenía un reloj de
pared y todas las semanas le daba cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y
al verlo se puso a reír, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa a alcaucil,
que de una y otra manera puede y debe decirse.
El reloj alcaucil de este
cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto por el tallo a un agujero de
la pared. Las innumerables hojas del alcaucil marcan la hora presente y además
todas las horas, de modo que el cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya
sabe una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha, siempre la hoja da
la hora justa, y cada día el cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas.
Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse, y en la infinita rosa
violeta del centro el cronopio encuentra un gran contento, entonces
se la come con aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el agujero.
Julio Cortazar (1914 - 1984)
Arroz con alcachofas
El aceite borbotea en la
sartén. Allí he echado dos alcachofas acuchilladas.
He convertido a esas flores
antiguas en corazones abiertos, en carne viva.
Me he dedicado después a
esperar que largaran la sangre o el sudor, según se mire.
Luego he reducido una
cebolla grande y llena de luz, a polvo, a jugo, a numen.
Y otra vez he llorado.
Pero tan poca cosa no
me amedrenta.
Me zambullo, con el jugo y
las lágrimas, en el aceite hirviente y cuando todo se impregna, paso una
lluvia de arroz de la caja a mi mano y de mi mano a la sartén en donde
bullen los zumos del dolor y de la dicha.
Ya puedo esperar que los
granos se hinchen.
Sé que
soportarán (igual que yo) una hinchazón tres veces superior a su
tamaño.
Sólo hará falta agregar
agua o caldo, un baño que les permita transitar por el infierno de la
hornalla.
2014
“Puso a hervir todo a fuego vivo en un caldero de aceite de ricino hasta obtener un jarabe espeso y pestilente más parecido al caramelo vulgar que al oro magnífico. En azarosos y desesperados procesos de destilación, fundida con los siete metales planetarios, trabajada con el mercurio hermético y el vitriolo de Chipre, y vuelta a cocer en manteca de cerdo a falta de aceite de rábano, la preciosa herencia de Úrsula quedó reducida a un chicharrón carbonizado que no pudo ser desprendido del fondo del caldero.”
Obra: Cien años de soledad
Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927 - 2014), escritor colombiano
Anónimos
“En habiendo vino, aceite y manteca de cerdo, media botica tenemos”
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